Dos noticias

lunes, 9 de junio de 2008

La semana pasada el Gran Capi y el Pepue recibieron 2 noticias que los dejaron noqueados, con el ojo cuadrado.

La primera de las dos le tocó al Pepue y sucedió más o menos así: Pepue tomaba o comía o sopeaba su concha remojada en café con leche. Doriga andaba bla bla bla y todos ya teniamos cara de sueño. Entonces empezó la especie de nota-reportaje en donde decian que éste niño se encontraba estudiando dos carreras con sólo ¡doce años! aunque usted no lo crea.

Pepue abrió sus ojotes, tiró la concha en el mantel de mamá y casi casi se le salió una lágrima al ver que había otro como él, pero no tan igual, porque -según palabras de Pepue- es bien ñoño ser doctor cuando se puede ser animador -y no de fiestas- y hacer pelís bien chidas, más chidas que las de Pixar.

La abuela Cari lo regañó por ser un envidioso y lo pusó a rezar para pedir perdón por ese pecadillo, entonces Pepue refunfuñó y dijo que nel, que no, porque el coraje no es un pecado, ni capital ni ambiental ni nada, pero Mamá lo obligó a disculparse porque faltarle el respeto a los mayores es grave, pero faltarle el respeto a los mayores y aparte familiares, eso sí que es de cadena perpetua.

Pepue entonces se secó sus lágrimas, raro en él que no lloró ni con la muerte del osito panda de Tokio; y para que nadie lo viera, se metió corriendo al cuarto. Todos guardamos silencio.

El Gran Capi, se acomodó el pantalón de mezclilla y caminó detrás del Pepue* Aquí tengo que hacer una pausa para explicar la otra noticia que es ésta:

Resulta que la semana pasada falleció Bo Diddley y eso sí que le pegó al Gran Capi porque él es un rockero de corazón y no jaladas y por tanto más de tres días -fácil- se la pasó bien melancólico, silencioso, pensativo.* Termina pausa

Bueno, entonces el Gran Capi entró en el cuarto de Pepue y se tardó un ratotote, uno muy grande. Al principio -he de confesar- todos estabamos con el oído pegado a la puerta a ver si se nos pegaba algo, pero como lo que se oía no eran palabras, sólo bla bla bla, o sea una onda de snorquelenguaje, pues nos aburrimos y uno por uno, empezando por Verónica y terminando con su servilleta, nos fuimos a dormir.

Como a eso de las doce de la noche y justo cuando estaba a punto de morderle a una hamburguesa de gluten con lechuga en medio del cielo y arriba de una vaca voladora- ni modo, esa noche cené demasiado y vi un rato la peli Vacas Vaqueras- me despertó una canción, una bien chida: Hey Bo

Me levanté de volada, sólo para ver al Gran Capi con el Pepue, sentados en la sala, con las sillas hacia la ventana, escuchando senda canción y pensando, que despues de todo, nada es seguro, excepto la muerte y que aunque no somos únicos, somos singulares, y eso, a fin de cuentas termina por trazarnos un destino.

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